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Benedicto XVI, la Sapienza y Galileo a la luz de Physics Today

Benedicto XVI, la Sapienza y Galileo a la luz de Physics Today

La polémica surgida con motivo de la finalmente no acontecida visita de Benedicto XVI a la universidad romana de La Sapienza ha reavivado, una vez más, la polémica en torno al caso Galileo. El manifiesto en contra de la presencia de Benedicto XVI en la universidad aludía a las valoraciones hechas en 1990 por el entonces cardenal Ratzinger en relación al caso Galileo. Un artículo aparecido en Physics Today en diciembre de 2007 nos permite valorar y entender algunas de las consideraciones de Ratzinger en el discurso que ha sido ocasión para atrubuirle una actitud intransigente. Por Miguel Lorente Páramo.

Benedicto XVI, la Sapienza y Galileo a la luz de Physics Today

Recientemente el Rector de la Universidad «La Sapienza» de Roma, Renato Guarini envió una invitación al Papa Benedicto XVI para que impartiese la «Lección Inaugural» del curso el día 17 de enero de 2008 en la misma Universidad.

Entonces, un grupo de 67 Profesores y centenares de alumnos, entre los que se incluía la Facultad de Ciencias Físicas en pleno, lanzó un manifiesto rechazando la venida de Benedicto XVI por motivos de autonomía universitaria. En su escrito se transcribían algunos párrafos que había pronunciado en 1990 el entonces Cardinal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, en la misma Universidad sobre el caso Galileo.

Aunque la prensa ya se ha hecho eco del evento y se han publicado tanto el documento de los 67 Profesores como el discurso que envió Benedicto XVI para su lectura en la Universidad de La Sapienza, vamos a transcribir aquí algunos párrafos del discurso del Cardinal Ratzinger de 1990 que tanto había irritado a los Profesores de La Sapienza, al considerarlo un mensaje de intolerancia de la Iglesia Católica para con Galileo.

Discurso del Cardinal Ratzinger «La crisis de la Fe en la Ciencia». Marzo de 1990. Universidad de La Sapienza.

“La cuestión de los límites de la Ciencia y los criterios que estos tienen que cumplir son inevitables. Un caso particularmente notable, en mi opinión, es el modo diferente como se ha tratado el caso Galileo. Este episodio que tuvo muy poca relevancia en el siglo XVIII fue elevado a la categoría de mito por la Ilustración en el siglo XIX. Galileo apareció como una víctima del oscurantismo medieval que dominaba en la Iglesia. El bien y el mal se podían distinguir muy claramente. Por un lado se encontraba la Inquisición, un poder que encarnaba la superstición y era opuesto a la libertad y a la conciencia. Por el otro lado la ciencia natural representada por Galileo: la fuerza del progreso y liberación de las cadenas de la ignorancia que mantiene impotente a la humanidad delante de la naturaleza. La estrella de la modernidad resplandecía en la noche de la oscuridad medieval”.

“Hoy las cosas han cambiado. Según Ernst Bloch el sistema heliocéntrico -lo mismo que el geocéntrico- están fundados en presupuestos que no pueden ser probados empíricamente. Entre ellos un papel muy importante juega la afirmación de la existencia de un espacio absoluto, opinión que ha sido cancelada por la Teoría de la Relatividad. Bloch lo explica con las siguientes palabras:”

”Desde el momento en el que el movimiento, con la abolición del presupuesto de un espacio vacío e inmóvil, no se produce hacia algo, sino que se da solamente en movimiento relativo de los cuerpos entre si, y por consiguiente la medida del movimiento depende en gran manera de la elección de un cuerpo que sirva de punto de referencia, en este caso, ¿no es meramente la complejidad de los cálculos lo que hace impracticable la hipótesis geométrica? Entonces como ahora uno puede suponer que la tierra está fija y que sol se mueve”.

”Curiosamente fue precisamente Bloch con su marxismo romántico uno de los primeros en oponerse al mito Galileo, ofreciendo una nueva interpretación de los hechos. La ventaja del sistema heliocéntrico frente al geocéntrico, sugirió Bloch, no consiste en una correspondencia mayor con la verdad objetiva, sino solamente en el hecho de que ofrece una facilidad más grande de cálculo”.

“En este punto Bloch sigue una concepción moderna de la ciencia natural. Lo que es sorprendente es la conclusión a la que llega: «Una vez que se acepta la relatividad del movimiento, un sistema de referencia humano y cristiano no tiene derecho a intervenir en cálculos astronómicos y sus simplificaciones heliocéntricas; y sin embargo, tiene derecho a permanecer fiel a su método de presentar la tierra en relación a la dignidad humana, y ordenar el mundo con respecto a lo que sucederá y a lo que ha sucedido en el mundo».

”Si ambas esferas de conocimiento se distinguen entre sí en sus respectivas facetas, reconociendo ambas sus límites y sus derechos, entonces el juicio sintético del filósofo agnóstico Paul Feyerabend aparece mucho más drástico. Escribe: «La Iglesia en tiempo de Galileo fué mucho más fiel a la razón que el mismo Galileo, y también tuvo en cuenta las consecuencias éticas y sociales de la doctrina de Galileo. Su veredicto contra Galileo fue racional y justo, y el revisionismo puede ser solamente legitimado por un oportunismo político».

Desde el punto de vista de las consecuencias concretas del punto de inflexión que Galileo representa, C. F. Weizsaecker da un paso adelante cuando él identifica «un camino muy directo» que va desde Galileo a la bomba atómica”.

“Con gran sorpresa de mi parte en una interviu reciente sobre el caso Galileo no se me preguntó una cuestión como: «¿Porqué la Iglesia no intentó entrar en el desarrollo de la ciencia moderna?», sino más bien en la pregunta opuesta: «¿Porqué no tomó una posición más clara contra los desastres que seguirían inevitablemente una vez que Galileo abrió la caja de Pandora?» Aquí he querido recordar un caso sintomático que prueba hasta qué punto las dudas de la modernidad sobre si misma han crecido hoy en la ciencia y en la tecnología”.

La «historia verdadera» del heliocentrismo en PHYSICS TODAY

Los 67 Profesores de La Sapienza que boicotearon la actuación de Benedicto XVI no tuvieron en cuenta las palabras de Feyerabend aclarando la situación real de la ciencia en tiempo de Galileo y se apoyaron en la visión moderna y en la visión moderna del mito de Galileo para rechazar la postura «anticientífica» de la Iglesia Católica y su representante.

Precisamente en el número de Diciembre de 2007 de la revista Physics Today (páginas 48-52) ha aparecido el artículo The Copernican Miths, escrito por el Profesor de Física Mano Singham, donde, independientemente de la intervención de Benedicto XVI, se narra la historia real de la revolución copernicana hecha por los centros de poder científico y religioso, que es muy diferente de la interpretación popular que se ha dado al caso de Galileo, pero más interesante.

Steve Weinberg llamó a esta versión popular que se lee todavía en los libros de texto y en los medios de comunicación la «historia envasada» (the potted history). Como complemento a las afirmaciones de Ernst Bloch y Paul Feyerabend que recoge el Cardinal Ratzinger, resumimos algunos párrafos del artículo de Singham.

El mito de Copernico

El autor comienza por desmitificar a Copérnico porque había destronado al hombre del lugar privilegiado que tenía en el centro del Universo que ocupaba la tierra y también el hombre en la cosmología ptolemaica. Influenciado por este mito, Carl Sagan había afirmado que el copernicanismo era la primera humillación del orgullo humano. Y, sin embargo, la idea de Copérnico era lo contrario: liberar al hombre del centro del Universo, donde estaba acumulada la suciedad y donde dominaba la rigidez de movimiento.

La hipótesis heliocéntrica por el contrario colocaba al hombre más cercano a los cielos y además recuperaba el movimiento. También Aristóteles suponía la tierra en el centro del Universo, no porque ella fuese el centro, sino porque los cuerpos caían hacia el centro y por eso la tierra estaba compuesta de todos los cuerpos que tienen masa. Como dice Thomas Kuhn explicando a Aristóteles: «Puesto que el Universo y la Tierra tienen el mismo centro, por eso los cuerpos celestes se mueven hacia el centro de la tierra».

Ventajas e inconvenientes del modelo copernicano

La mayor parte de las objeciones contra el sistema de Copérnico venían de las comunidades de astrónomos, no de la Iglesia. Por ejemplo, si la tierra está en movimiento, ¿cómo puede caer un objeto que se tira hacia arriba en el mismo punto? Y si la tierra no está en el centro del Universo, ¿cómo pueden caer los cuerpos pesados hacia el centro de la Tierra?

Los astrónomos estaban divididos: Los que aprobaban el modelo heliocéntrico para hacer los cálculos sobre las órbitas de los planetas y mantenian que la tierra giraba alrededor del sol, y los que seguían utilizando los epiciclos de Ptolomeo para calcular las órbitas y defendían que la tierra estaba en el centro del Universo. Cuando Copérnico acabó de añadir círculos a las órbitas de los planetas según su modelo heliocéntrico, sus resultados fueron tan exactos como los de Ptolomeo, pero no fueron mejores. Copérnico fracasó en el problema de los planetas.

Los sucesores de Copérnico siguieron utilizando su modelo, pero disponían de medidas más exactas y fiables, tales como las tablas de Tycho Brahe, que sirvieron para que Kepler introdujese la hipótesis de las órbitas elípticas en vez de circulares, como habían defendido Ptolomeo, Copérnico y Ticho Brahe.

Sin embargo, las órbitas elípticas exigían que las distancias al sol y las velocidades cambiasen continuamente y no existían unas leyes del movimiento que explicasen el cambio. Fue en 1687, cuando Newton propone las leyes del movimiento y de la gravitación universal, cuando se abandonan definitivamente por los astrónomos los cálculos engorrosos basados en los epiciclos de Ptolomeo.

¿Rechazó la Iglesia el giro copernicano?

Copérnico no tenía que temer de las autoridades eclesiásticas. El mismo era un clérigo y dedicó su libro «De Revolutionibus» (1543) al Papa Pablo III: con una carta aclaratoria de por qué había sido forzado a escribir el libro: predecir las posiciones de los planetas. El libro fue leído y enseñado durante más de 60 años en las Universidades Católicas más prestigiosas de toda Europa.

Aunque el libro de Copérnico fue ignorado por las autoridades eclesiásticas durante muchos años, empezó a tener oposición en los círculos protestantes por las aparentes contradicciones entre las ideas de Copérnico y los libros de las Escrituras. Por ejemplo, la hipótesis de una Tierra que se mueve alrededor del sol chocaba con algunos textos de la Biblia, como el de Josué. También a los teólogos se les presentaban graves objeciones sobre la caída y salvación de otros seres inteligentes que pudieran vivir en otros planetas. ¿Se extendía la salvación a todos los seres del Universo?

Otra fuente de objeciones rechazaba el modelo copernicano por razones sociológicas: el hombre había sido desposeído de su papel de rey de la creación y humillado quitándole de su pedestal. Los protestantes empezaron a atacarle con las armas de la Biblia y los católicos, por evitar las críticas de los protestantes, también endurecieron sus acusaciones por motivos escriturísticos.

Las Iglesias protestantes acabaron rápidamente sus críticas cuando el copernicanismo se afianzó teorética y experimentalmente, sobre todo después de la aparición de los «Principia» de Newton, pero la Iglesia Católica, debido a su burocracia trató más tiempo en aceptarlo. La prohibición de Copérnico permaneció hasta 1822 y su obra permaneció en el Índice hasta 1835. Por fin, en 1992, el Papa Juan Pablo II levantó el edicto de la Inquisición contra Galileo.

La «ciencia verdadera» del copernicanismo ayuda a comprender la «ciencia envasada» del caso Galileo

El artículo de PHYSICS TODAY trata de la recepción del heliocentrismo en las comunidades de astrónomos y teólogos, y el discurso del Cardinal Razinger habla sólo del caso Galileo. La acusación de los 67 Profesores está centrada en el mito Galileo («historia envasada»). ¿Se puede responder a estas acusaciones con la «historia verdadera» del copernicanismo? Basta con analizar el proceso de recepción del copernicanismo durante los años en que vivió Galileo.

Señalemos los aspectos científicos, filosóficos y teológicos. Como dice Kuhn, los resultados numéricos sobre las órbitas de los planetas no fueron mejores con el modelo de Copérnico que con el de Ptolomeo. Tampoco la introducción de las órbitas elípticas (que Galileo no aceptó) fueron suficientes para afianzar el heliocentrismo, y el argumento del principio de relatividad entre sistemas inerciales (que ya había propuesto Galileo) nos dice que, al menos cualitativamente, ambos sistemas -heliocentrismo y geocentrismo- son equivalentes.

Desde el punto de vista filosófico, las ideas sobre la Tierra en el centro del Universo acentuaban la dignidad de la persona humana, aunque también se encuentran valores espirituales en la hipótesis de una tierra girando alrededor del Sol.

La interpretación literal de la Escritura era más favorable al sistema de Ptolomeo, pero la carta de Galileo a Cristina de Lorena y el libro de Paolo Foscarini se aproximaban más a un acuerdo entre la doctrina de Copérnico y la Escritura.

Estos argumentos sirven para reforzar la postura de Ernst Bloch de que en el tiempo de Galileo las dos doctrinas – la de Ptolomeo y la de Copérnico- eran igualmente defendibles y de que la Iglesia en el caso Galileo, según Paul Feyerabend, fue mucho más fiel a la razón que el mismo Galileo.

Miguel Lorente Päramo es Catedrático Emérito de Física teórica de la Universidad de Oviedo y miembro de la Cátedra de CTR

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