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Es preciso entender la vida como sistema anticipativo

Es preciso entender la vida como sistema anticipativo

Entre la primavera y el otoño de 2009 se desarrolla en Madrid, en la universidad Comillas, Cátedra CTR del ICAI, un Seminario Académico internacional sobre “Ontology and Evolutive Genesis of Reason”, dentro del programa Sophia Iberia, financiado por la Templeton Foundation de Philadelphia (USA). El objetivo del seminario es indagar qué puede decir la ciencia, y la reflexión filosófica, sobre la explicación evolutiva de la emergencia de la razón. Los ocho profesores invitados plantearán el problema desde la perspectiva de sus diversos campos: desde la filosofía y la antropología, a la psicología, la paleoantropología y la neurología. El primer invitado ha sido el profesor Roberto Poli, de la Universidad de Trento, Italia. Poli considera que abordar el problema de la explicación de la razón depende de dos cuestiones básicas: entender la naturaleza de la vida y hacerlo en el marco de la teoría de sistemas, especialmente entender la vida como sistema anticipativo. Por Javier Monserrat.

Es preciso entender la vida como sistema anticipativo

El actual constructo científico de la teoría de la evolución es más inseguro que la evolución misma. Es decir, hoy casi nadie duda de que el estado actual del universo y todos sus contenidos (la historia natural de la vida y de los seres humanos) han sido producidos por evolución. Una evolución que produjo la aparición de la materia o que desde la materia derivó por un proceso evolutivo continuo a la vida y al hombre.

La evolución es, pues, un hecho científico que es muy difícil ignorar. ¿Qué otra alternativa quedaría abierta para la ciencia? Sin embargo, una cosa es el hecho y otra explicar mediante una teoría compleja cómo se ha producido esta evolución. Así como el hecho evolutivo se establece con firmeza, no sucede lo mismo con las teorías explicativas. Estas fueron objeto de discusión en el pasado y siguen siendo discutidas en el presente. En otros artículos de esta sección de Tendencias21 pueden seguirse las discusiones y alternativas hoy existentes. El seminario puede seguirse a través de la página web del proyecto Sophia Iberia y de la Wiki preparada al efecto.

Que el hecho de la evolución es hoy comúnmente aceptado vale también para el pensamiento religioso cristiano actual. El cristianismo piensa que Dios ha creado un universo autónomo: dotado de una ontología de la materia primordial y de las leyes físicas derivadas de ella con la potencialidad de producir todo el orden físico y biológico que constatamos. El universo, pues, evoluciona con autonomía y suficiencia en la producción de sus estados internos por complejos que estos sean.

No tiene sentido hablar, pues, de un Dios-tapa-agujeros, una especie de “Deus ex maquina”, que deba intervenir continuamente para remediar las insuficiencias de un sistema que no funciona sin “apoyos externos” (bien sea en el desarrollo embrionario, en la formación del globo ocular o en la organización del sistema inmunitario). Dentro de esta autonomía evolutiva del universo (que es conciliable con la reflexión científico-filosófica sobre el “principio antrópico”) no tiene sentido hablar del “intelligent design”, tal como ha sido entendido principalmente por el reciente fundamentalismo cristiano americano (Dembski, Behe). En el cristianismo actual se admite plenamente el darwinismo (como teoría plausible para explicar algunos aspectos de la evolución). Esto nos permite recordar, dicho sea de paso, el sin-sentido de la crítica a la religión de Dawkins fundada toda ella sobre el supuesto (falso) de que la filosofía cristiana actual no admite el darwinismo y es incompatible con él.

Dos puntos cruciales en la teoría de la evolución

Decíamos que enmarcar el hecho de la evolución en una teoría congruente que abarque todo aquello que “debe ser explicado” no es fácil. En último término se trata de conocer todos los factores causales que en conjunto (como sistema causal) han producido la evolución: el azar, la necesidad, el medio ambiente, la bioquímica celular y genética, la estadística y genética de poblaciones, el tiempo, las mutaciones, etc., son algunos de los factores en discusión.

Sin embargo, destacan dos momentos evolutivos cruciales que todavía permanecen en la penumbra: el conocimiento de las causas físicas de la emergencia de la sensibilidad-conciencia y el conocimiento de cuáles fueron en realidad las causas que condujeron a que el psiquismo animal evolucionara a psiquismo humano, ante todo el proceso de la hominización del conocimiento animal que llamamos “emergencia de la razón”.

El primer problema crucial es hoy quizá más enigmático que el segundo. La explicación reduccionista de los seres vivos conduce a una idea de la vida de difícil compatibilidad con las propiedades fenomenológicas del mundo animal y del psiquismo humano. En la actualidad la recurrencia a la hipótesis cuántica ha abierto nuevas perspectivas explicativas todavía heurísticas) que quizá podrían llevarnos por primera vez a acercarnos al conocimiento del “soporte físico real” en que se asienta la actividad psíquica consciente (sensibilidad-conciencia) en los seres vivos (no sólo en el hombre). La deliberación científico-filosófica sobre el problema del “soporte físico del psiquismo” constituirá el tema de un próximo seminario internacional de Sophia Iberia (programado para 2010).

El segundo problema hace referencia a las causas de la hominización evolutiva del conocimiento animal, o sea, a la emergencia de la razón. Es un problema propiamente posterior al primero (ya que la la evolución del conocimiento se realiza en el supuesto de que el mundo físico ha producido la capacidad de “sentir” en momentos evolutivos anteriores, siendo este el tema del seminario de Sophia Iberia en 2010). Pero, en todo caso, dentro del supuesto de que la “sensibilidad-conciencia” se han producido, es posible abordar directamente el problema de la hominización de la razón. Este es el tema del seminario de Sophia Iberia que tiene lugar en primavera y otoño de 2009.

El enfoque de Roberto Poli: evolución y anticipación

Entremos, pues, en el resumen y comentario de la aportación de Roberto Poli, de la Universidad de Trento y editor de la revista Axiomathes (publicada por Springer). La sesión del seminario con Poli tuvo lugar el 21 y 22 de mayo de 2009 en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la UP Comillas, Madrid.

El enfoque de Poli se fundó en sus intereses de investigación: en la onotlogía y en la teoría de sistemas. Su ontología sistémica ofrece una aproximación a la descripción de la realidad, y más específicamente de la vida. Para entender la vida Poli apunta 1) al concepto de anticipación (habilidad para comportarse en el presente teniendo en cuenta posibles estados futuros), 2) la autopoiesis en el sentido de Varela y Maturana (sistemas capaces de reproducir los componentes de que ellos mismos están formados) y 3) la autoreferencia (la autorealización orientada al propio sistema que gobierna la capacidad y la forma de los contactos con el medio exterior).

El enfoque de Poli supone, por tanto, un estímulo a responder la pregunta “¿qué es la vida?”, haciéndolo en el marco de la teoría de sistemas. ¿Qué aporta la teoría de sistemas al conocimiento y descripción de la naturaleza de la vida? ¿En qué sentido la teoría de sistemas puede ayudarnos a entender la naturaleza del conocimiento animal y de la razón?

El objetivo general del seminario responde, según antes dijimos, a entender desde un enfoque científico (abierto a la ontología y a la filosofía) qué causas han producido el tránsito desde el conocimiento animal al conocimiento humano. El criterio para aceptar o rechazar una u otra teoría explicativa debe ser la experiencia fenomenológica de la razón: en el conocimiento ordinario, en el ejercicio de la lógica manifiesta en el lenguaje natural, en la variedad de tipos de discurso, en filosofía, en las ciencias humanas y en las naturales. Si la vida se ha desarrollado en la forma de sistemas autoreferenciales capaces de autopoiesis y anticipación, ¿qué características esenciales aporta la razón a los sistemas que llamamos “humanos”? El enfoque de Roberto Poli nos ayuda a investigar dos cuestiones principales: cómo y por qué la evolución ha favorecido el desarrollo de habilidades autoreferenciales y anticipatorias cada vez más complejas en los homínidos y cuál es el papel esencial (o naturaleza) de la “razón” en el sistema que constituye cada persona viviente.

En mi opinión, el verdadero interés de las ideas de Poli depende del acierto en conectarlas con el “sistema causal” del conocimiento animal y, por último, del conocimiento humano en la forma de “racionalidad”. La conexión no fue hecha explícitamente por Poli pero fue planteada en la discusión con los participantes: el mundo real es, de hecho, una realidad objetiva construida como “estructura” (como “sistema”). Un ser vivo es también ontológicamente un “sistema” (o estructura dinámica). De ahí que el proceso adaptativo de los organismos vivientes sea “adaptación al sistema objetivo” (medio). Esto explica que los procesos representativos del medio natural (conocimiento) para sobrevivir con eficacia deban ser, en animales y hombres, una representación de sistemas o “estados sistémicos”. Si la razón fuera entonces una forma superior de representación sistémica (o estructural) de la realidad objetiva, entonces podría decirse que el desarrollo progresivo del análisis de sistemas, dado ya en los animales como instrumento adaptativo a un mundo de sistemas, debería tenerse en cuenta como uno de los factores causales importantes en la emergencia de la razón.

La presentación de Roberto Poli: la vida como sistema anticipatorio

Poli, según lo dicho, enmarcó la presentación de sus ideas en la pregunta ¿qué es la vida? Para Poli se trata del origen del problema de la razón, ya que ésta es una consecuencia de la vida.

Poli comenzó haciendo referencia a tres casos constatados en el campo de la biología cientifica que muestran lo enigmático de la vida y sus diferencias con el mundo físico. En estos casos se muestra que la vida es algo diferente de sus componentes básicos, aun estando en perfecta armonía con sus fundamentos químicos y con las leyes cuánticas. Lo que vemos en la biología es nuevo, sorprendente y distinto a la física o a la química. La vida no es puro mundo físico o químico, tal como nos ayuda a entender una nueva escuela biológica conocida como “biología relacional”, todavía independiente frente a la corriente dominante de la biología oficial (de gran influencia reduccionista). Para la biología referencial los organismos vivientes son sistemas anticipatorios que pueden ser entendidos como sistemas no-predicativos (definidos de una forma cerrada) sino, más bien, como sistemas “auto-referenciales” (orientados a sí mismos de forma abierta y creativa).

Los sorprendentes casos expuestos por Poli tocaron tres puntos sensibles: la compasión y la empatía; la conducta inteligente en plantas y la existencia de procesos anticipativos.

La compasión y la empatía no son exclusivamente humanas, sino que aparece de forma similar en otras especies; por ejemplo, en un bonobo mostrando una conducta encaminada a cuidar un animal de otra especie (un pájaro). La capacidad representativa y ética en los animales va probablemente más allá de lo que ordinariamente consideramos. No menos sorprendente es la conducta inteligente en plantas, hasta el punto de que parezca detectarse identidad y anticipación en sistemas nerviosos descentralizados. Por otra parte, la conducta anticipatoria es común y ampliamente descrita en animales superiores y en el hombre, siendo un instrumento representativo importante en orden a una eficaz adaptación al medio objetivo.

La vida, insiste Poli, tiene una estructura profunda, una ontología, que no está en contradicción con la química o la mecánica cuántica, pero que no se reduce a ellas. Se necesita algo más. Asume que la explicación de la vida debe fundarse en leyes biológicas todavía desconocidas.

Es preciso entender la vida como sistema anticipativo

El origen evolutivo de la razón

Es un hecho de experiencia personal, y social, la existencia de la razón y su papel determinante en la explicación de la historia humana. Ahora bien, en la evolución del universo hubo miles de millones de años sin vida y, una vez emergida la vida, discurrieron cientos y cientos de miles de años hasta que apareció la razón humana. Su antecedente inmediato fue el psiquismo animal y las funciones cognitivas que en él habían ya surgido. Sin embargo, una de las preguntas cruciales de la ciencia en la antropología, psicología y filosofía atañe al conocimiento de las causas reales que produjeron la emergencia de la razón. ¿Qué causas tuvo la emergencia evolutiva de la razón? ¿Cuál es la naturaleza de la razón?

La biología relacional

Las ideas de la teoría de sistemas aplicadas a la biología –y esto es lo que se conoce hoy como biología relacional–, tal como Poli entiende, se fundan en autores como Rashevsky, Rosen y Louie. Estos autores defienden que para entender la vida debemos olvidar toda su maquinaria físico-química, ya que esta no explica los niveles superiores que son característicos de la vida. Si miramos la estructura de los organismos, vemos que son “todos” conteniendo “partes”. Pero la propiedad más característica de los organismos vivientes es que producen las partes que los componen “dentro de sí mismos”. Se construyen a sí mismos. Así, los organismos están vivos mientras son capaces de mantener la producción de sus integrantes necesarios. Esta propiedad se denomina “autopoiesis”. La biología relacional ha desarrollado modelos formales que permiten un análisis en profundidad de las propiedades específicas de la vida.

Otro aspecto de las propiedades autopoiéticas de la vida es su auto-referencia. Es difícil, sin embargo, describirla mediante un modelo formal completo. Todos los modelos serían sólo parciales e incompletos. Para Poli no es posible obtener un modelo algorítmico completo de un sistema no-predicativo (impredicative system).

La reflexión sobre la naturaleza anticipativa de la vida partió, en la presentación de Poli, del concepto de anticipación de Rosen: “Un sistema anticipatorio es un sistema que contiene un modelo predictivo de sí mismo y de su medio, de tal manera que esto le permite cambiar de estado en un instante de acuerdo con las predicciones del modelo relativas a un tiempo posterior”. El modelo contenido por el sistema actúa con mayor rapidez y puede predecir lo que eventualmente puede suceder, proporcionando información sustancial al sistema. Un ejemplo: si el modelo distingue entre estados positivos y negativos, puede advertir al sistema cuando se detecte una dinámica que permite anticipar la transición hacia futuros estados negativos, orientando el cambio oportuno en el comportamiento del sistema. Los sistemas anticipatorios no son obviamente infalibles. Pero la teoría de Rosen contempla una variedad de estados posibles y el funcionamiento adaptado de las funciones de anticipación. Lo importante es el hecho de que el sistema es capaz de tener en cuenta estados futuros posibles para aplicarlos a la conducta presente.

La vida, por tanto, para Poli, siguiendo a Rosen y la biología relacional, es un sistema de referencias: autoreferencia en la forma de autopoiesis y referencia al medio en que el sistema viviente debe mantener su estabilidad óptima. La vida es un sistema dinámico, abierto y autoconstructivo, pero no un sistema del mismo orden de los sistemas físicos y químicos, aunque estos formen parte armónica de la vida. En los sistemas que conforman la vida destacan las propiedades anticipatorias; aunque, como indica Poli, no sólo los sistemas vivientes puedan ser anticipatorios. Sin embargo, probablemente hoy son todavía desconocidas las leyes biológicas que rigen específicamente los sistemas vivientes. La vida, fundada en lo físico-químico, supone la emergencia de una forma de realidad cualitativamente distinta.

La propuesta de Poli fue discutida en el seminario desde diversos puntos de vista, interviniendo Adolfo Castilla, Javier Monserrat, Jens Degett, Rufina Gutiérrez, Miguel Lotente, Javier Leach, Christine Heller, Manuel Béjar y Joao Carlos Pinto. Estas intervenciones pueden seguirse en detalle en el sumario (en inglés) de la sesión.

Cómo explicar la razón desde la teoría de sistemas

El tema propio del seminario (ontología y génesis evolutiva de la razón) no fue tratado directamente por Roberto Poli, aunque sí estableció el marco ontológico que debe permitir acceder al conocimiento del “sistema causal” de la razón. Este marco no es otro que la vida: el conocimiento animal y la razón humana son una consecuencia evolutiva de la vida. De ahí que nuestro conocimiento de la vida influya decisivamente en la explicación evolutiva de la razón. Ahora bien, la aportación de Poli señaló algo muy importante; a saber, que la vida debe ser entendida en términos de la teoría de sistemas. Por ello, se vislumbra en el horizonte una hipótesis derivada importante que afloró en el curso de las discusiones: que la razón podría ser un instrumento de la vida en su proceso de adaptación sistémica a sí misma (autopoiesis) y al medio.

En lo que sigue quiero resumir mi punto de vista en torno a una pregunta que resulta inevitable, si queremos llegar a la explicación de la razón desde los planteamientos de Roberto Poli: ¿cómo explicar la razón desde la teoría de sistemas?

¿Qué es la vida? La respuesta de Poli se construye desde la teoría de sistemas. Se refiere a que la vida se muestra como un sistema 1) autopoiético, 2) anticipativo, c) unitario, total, holístico, d) donde la organización es preferente y determinante (si la comparamos con el puro contenido de las partes). Vivir como sistema es hacerlo dentro de la dinámica sistémica del universo. Esto supone, a nuestro entender, que para sobrevivir en un medio estructural (interno y externo) el ser vivo debe construir una “representación” de ese mundo como “sistema”. Por tanto, podría hacerse la hipótesis de principio de que la razón es un estadio evolutivo superior (hipercomplejo) de esta capacidad representativa de sistemas (o estructuras) iniciada en el mundo animal.

Desde este punto de vista, la teoría de sistemas (estructuras): a) podría ayudar a describir la naturaleza y la operación de la razón humana como un proceso representativo para el análisis y la síntesis de sistemas (estructuras); b) el proceso evolutivo que conduce a la emergencia de la razón podría ser entendido en términos de la formación de sucesivos mecanismos, de creciente complejidad en el análisis de sistemas. Todo acción hacia la supervivencia (respuesta) podría depender de un previo “análisis de sistemas” o “representación de sistemas”, ya realizada en estadios inferiores de la escala zoológica.

Por ello, la consideración del origen evolutivo de la razón en términos de la teoría de sistemas supondría reconstruir los diferentes estadios evolutivos a través de los cuales emergió poco a poco el análisis y la representación de sistemas. Por tanto, el problema crucial y primero sería este: ¿cuándo apareció en un sistema real (viviente o no) un “modelo anticipativo” del medio? La razón humana pudo haber sido (hipotéticamente) el resultado de la evolución (desde lo más simple a lo más complejo) de las entidades vivientes con una representación del medio fundada en un análisis y síntesis de sistemas.

Estadios evolutivos en la dinámica sistémica del universo

En mi opinión, tal como expuse en el seminario, construir una explicación del origen de la razón a partir de la teoría de sistemas exigiría reconstruir las etapas evolutivas a través de las cuales se han ido asentando las estrategias dinámicas de supervivencia de los seres vivos por medio del análisis y síntesis de sistemas, hasta llegar al estadio representativo superior de la mente humana. Trazo aquí algunos de los perfiles de mi exposición que pueden seguirse con más detalle en el sumario de esta sesión del seminario.

Partimos de que la ontología de la realidad es sistémica (el universo es una estructura dinámica). Esta organización de la materia en sistemas es una consecuencia de sus propiedades intrínsecas que dan lugar a las leyes de la naturaleza. Pero las realidades puramente físicas pueden ser naturales (las entidades producidas dentro del universo físico) y artificiales (producidas por el hombre como sistemas físicos). Es dudoso que las entidades naturales físicas puedan ser entenderse como sistemas anticipativos (aunque Poli considera que hay autores que así lo dedienden, como Ferré o Dubois). Es verdad que toda estructura física supone una información sobre el medio físico circundante que la hace posible (Rupert Riedl); pero esto no es lo mismo que anticipación. En cambio, por otra parte, es claro que la ingeniería humana ha construido sistemas físicos que son anticipativos: son las máquinas con autocontrol en el marco amplio de la cibernética.

Si consideramos el nacimiento de la vida lo más probable es que las primeras células fueran sistemas puramente cibernéticos diseñados por la evolución. Estos sistemas ya vivientes serían a) un todo, b) con autopoiesis, c) con organización. Pero, ¿serían anticipativos? Es dudoso, pero pensamos que quizá ya pudieran serlo. Sin embargo, el tránsito de lo prebiótico a lo viviente se hace al emerger el extraño factor de la “sensibilidad” (quizá sería mejor llamar “sentisciencia” en los estadios primordiales, como hace Zubiri).

En entidades mecánico-sensitivas primitivas (unicelulares como Amebas o Paramecios) se habría dado un primer grado de registro de conexiones entre elementos (análisis de sistemas), caracterizado por un aprendizaje o memoria primitiva que conecta estímulos con respuestas y que permitiría hablar de una anticipación germinal. En estos autómatas sensitivos se habría dado un primer análisis de sistemas que fundaría su adaptación al medio. Más adelante en el desarrollo evolutivo, en organismos pluricelulares como un camaleón, por ejemplo, se sentiría el universo perceptivo y se buscarían conexiones entre señales y respuestas que beneficiarían al animal. Estos sistemas anticipativos, que podrían analizarse según el modelo de la semiótica de Peirce, permitirían al animal la supervivencia óptima por medio de un análisis de sistemas por registros automáticos y mecanismos de respuestas también automáticas (signitivas o instintivas).

Ya en animales superiores como monos o perros, la consolidación de su sistema nervioso permitiendo la existencia de un sujeto psíquico y las funciones de memoria y aprendizaje superiores (fundadas en el crecimiento del lóbulo temporal) sería la base para el nacimiento de funciones psíquicas superiores. En ellas se manifestaría de nuevo un grado superior en el análisis de sistemas: análisis y representación del mundo objetivo como sistema. La memoria en el sentido de Edelman (the remembered present) permitiría en la mente animal el desarrollo de “paquetes representativos”, con la aparición de funciones como representación, categorización, abstracción, imaginación y las funciones lógicas elementales. Esto permitiría la aparición de numerosos factores protohumanos y la constitución de la mente animal como un potente sistema anticipativo [todo esto puede verse ampliamente expuesto en mi libro “La percepción visual. La arquitectura del psiquismo desde el enfoque de la percepción visual”, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid 2008, 2ª Ed.].

La aparición evolutiva de la mente humana caracterizada por el ejercicio de la razón supondría un estadio superior en ese proceso evolutivo en que organismos vivientes y animales han ido construyendo modelos primitivos de “análisis de sistemas” para sobrevivir óptimamente en un “mundo de sistemas”. En armonía con la teoría de sistemas, y las propuestas de Poli para entender la vida desde la teoría de sistemas, nuestra propuesta sería, por tanto, que la mente humana, la razón, debería ser entendida en términos a) de hipercomplejidad emergente en el análisis y síntesis de sistemas y b) en términos de una consecuente capacidad de anticipación hipercompleja del futuro.

Esperemos que estas interesantes hipótesis presentadas por Roberto Poli sigan siendo estudiadas en las sesiones posteriores de este seminario. Las iremos también comentando en artículos de Tendencias. La segunda sesión tuvo lugar el 18-19 de junio con los profesores Harald Walach de Northampton University (Inglaterra) y Gregor Nickel de Siegen Universität (Alemania) sobre la temática “Entanglement and Mathematics”, que comentaremos en un próximo artículo. A principios de septiembre el seminario tendrá una sesión abierta integrada en el Congreso Internacional sobre Darwin (al que asisten Ayala o Ruse) en la ciudad portuguesa de Braga.

Javier Monserrat, Universidad Autónoma de Madrid, asesor de la Cátedra CTR.

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