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Las algas pueden ser un buen aislante térmico para edificios

Las algas pueden ser un buen aislante térmico para edificios

Investigadores del Instituto Fraunhofer alemán han descubierto que las algas tienen propiedades interesantes para la construcción, al ser ignífugas y resistentes al moho. Pueden utilizarse como material aislante, para almacenar energía y mantener frescos los edificios, por ejemplo. El problema que presentan es que son muy pegajosas entre sí y con otros elementos, por los que su tratamiento resulta complicado a veces.

Las algas pueden ser un buen aislante térmico para edificios

La electricidad, el gas y el petróleo son más caros que nunca y por tanto la gestión inteligente de la energía nunca ha sido más importante que en la actualidad. Dada la situación, cabe preguntarse por las implicaciones prácticas de la eficiencia energética, cuáles son sus beneficios medioambientales y económicos, y si cabe aceptar limitaciones drásticas que conduzcan a la reducción de su consumo.

Los edificios emplean el 40 % de la energía consumida en Europa y generan la tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. Para reducir el carbono que genera la sociedad y aumentar su eficiencia energética será necesario contar con edificios inteligentes. Muchas propuestas nuevas de construcción incluyen tecnologías de refrigeración eficientes desde el punto de vista energético como los sistemas solares de calefacción, la producción combinada de calor y electricidad, las bombas de calor y el almacenamiento de energía térmica. Todas estas innovaciones ya existen en el mercado. Pero existe otra opción disponible y rentable: el aislamiento realizado con medios respetuosos para la naturaleza.

Para muchos habitantes de zonas costeras las algas varadas no son más que una inconveniencia. Pero ¿qué tienen que ver estas plantas con los edificios y su calefacción? Investigadores alemanes, informa Cordis, han descubierto que esta materia natural puede ejercer de aislante de edificios y junto a un equipo de colaboradores industriales han logrado convertirla en un material de aislamiento viable.

Las playas del Mediterráneo se llenan durante otoño, invierno y primavera de pequeñas bolas de algas procedentes de la planta Posidonia oceanica. Aunque esta materia natural abundante y renovable se considera un residuo y acaba normalmente en el vertedero, podría resultar demasiado valiosa como para descartarla sin más.

Las algas poseen una serie de características interesantes para la construcción, como por ejemplo el ser prácticamente ignífugas y resistentes al moho. Pueden utilizarse como material aislante sin necesidad de añadir sustancias químicas exógenas en los espacios entre las vigas de los techos y el interior de las paredes y amortiguan las condiciones ambientales al absorber y expulsar vapor de agua sin perder sus propiedades aislantes. Además, su bajo porcentaje de sal, entre 0,5 y 2 puntos, permite utilizarlas sin que provoquen problemas de descomposición.

No obstante, el proceso para convertir estas algas en un material de construcción no resulta sencillo debido a que antes es necesario eliminar la arena que las impregna; suelen adherirse a casi cualquier objeto, incluso entre ellas mismas; y tienden a aglutinarse durante su procesamiento y al esparcirlas en los espacios a aislar.

El Instituto Fraunhofer de Tecnología Química (ICT), en colaboración con otros socios industriales, ha dado con métodos nuevos para convertir los restos de Posidonia en un material aislante viable. Los socios del proyecto se propusieron crear un material aislante que pudiera acoplarse o pulverizarse en su espacio de destino sin demasiadas complicaciones.

«Agitar las bolas de Posidonia es la manera ideal de lograr fibras de la mayor longitud posible sin arena», explica Gudrun Grübe, del Instituto de Tecnología Química Fraunhofer (ICT). La separación meticulosa de las masas de algas lograda por Grübe y su equipo garantiza una manera ideal de obtener fibras. Tras limpiarlas de arena llegan a la trituradora a través de una cinta transportadora que deposita en bolsas fibras de entre 1,5 y 2 centímetros.

Almacén de energía

El Instituto Fraunhofer de Física de la Construcción (IBP) en Holzkirchen (Alemania) descubrió que el material aislante desmadejado obtenido es capaz de almacenar una cantidad de energía considerable, 2.502 julios por kilogramo kelvin (J/kgK), un 20 % más que la madera o los productos derivados de ésta. Esta característica le permite mantener frescos los edificios durante periodos calurosos al protegerlos contra el calor durante las horas de luz.

Los resultados de un análisis confirmaron la enorme capacidad aislante de las fibras de Posidonia. «Puede utilizarse en la construcción a una densidad lo suficientemente elevada como para que no se hunda por su propio peso. La densidad necesaria se determinó en el Instituto de Ensayo de Materiales MPA NRW de Dortmund», aclara Grübe. También se investigó la idoneidad de este material desde el punto de vista sanitario. Los resultados proporcionados por el Eco-INSTITUTE de Colonia desvelaron que no contiene materiales tóxicos o residuales, por lo que resulta especialmente indicada para alérgicos.

Otra ventaja de la Posidonia reside en que su procesado consume muy poca energía, por lo que resulta respetuoso con el medio ambiente. Las madejas de Posidonia se recogen a mano y se traen hasta Alemania por mar desde Túnez o por carretera desde Albania.

Las fibras han demostrado su idoneidad en varios proyectos de nueva construcción así como en renovaciones. Ya hay planes en marcha para desarrollar láminas sólidas y respetuosas con el medio ambiente a partir de este material para así generar un sistema completo de aislamiento de techos, fachadas, muros interiores y techos de sótanos. Investigadores del Instituto Fraunhofer continúan la investigación sobre este material. Además, la empresa NeptuTherm e.K. le ha dado nombre al nuevo material aislante y ya ha comenzado a publicitarlo y distribuirlo.

RedacciónT21

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