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Las personas dispuestas a asombrarse son más generosas

Un estudio realizado en EE.UU. revela que las personas más dispuestas a experimentar asombro también son más generosas. Los científicos creen que es porque estar abierto a otras realidades reduce el ego y aumenta el comportamiento prosocial. Estudios anteriores han comprobado que el asombro hace percibir que el tiempo se dilata, y que potencia el sistema inmune.

Las personas dispuestas a asombrarse son más generosas

El mundo en el que vivimos se mueve a un ritmo vertiginoso. Pese a estar rodeados de maravillas naturales, artísticas y tecnológicas, demasiadas veces pasan desapercibidas en una vida que transcurre a toda velocidad. ¿Cuándo fue la última vez que se sintió realmente maravillado por algo? Ahora, un grupo de investigadores ha revelado que sentir asombro un poco más a menudo podría resultar beneficioso para el individuo y para el conjunto de la sociedad.

Un artículo, publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, indica que la sensación de asombro puede crear un vínculo con otras personas y hacer que nos comportemos con más generosidad. A través de una serie de estudios, el equipo de investigadores, dirigido por Paul Piff, profesor ayudante de psicología y conducta social de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos), puso a prueba la hipótesis de que el asombro puede dar lugar a una «disminución del ego y sus intereses, y aumentar el grado de conducta prosocial».

El primer estudio, informa Cordis, reveló que aquellas personas con disposición a experimentar asombro mostraban una mayor generosidad en un juego de carácter económico en relación a otras «emociones prosociales», o dicho de otro modo, sentimientos relacionados con la ayuda a otras personas. En los experimentos de seguimiento realizados, las inducciones al asombro aumentaron la toma de decisiones de tipo ético, la generosidad y los valores prosociales.

Por último, los investigadores constataron que, cuando los participantes se encontraban en mitad de una arboleda con ejemplares majestuosos, su conducta prosocial de ayuda aumentaba y su sentido de la exigencia disminuía en comparación con los participantes de un grupo de control.

Según The Guardian, los participantes que estuvieron un tiempo contemplando las copas de altos ejemplares de eucaliptos mostraron una mayor predisposición a ayudar a un investigador al que se le había caído parte de su material al suelo que los que observaban un edificio.

Explicación

Pero, ¿por qué influye el asombro sobre las emociones «prosociales» y la conducta? Según el equipo de investigadores, los efectos del asombro se explican, en parte, por un sentimiento de disminución del ego. Según se recoge en el resumen del estudio, «estos hallazgos revelan que el asombro podría contribuir a situar a los individuos en contextos sociales más amplios y a favorecer el interés colectivo».

¿Cómo se puede hacer un seguimiento de nuestra experiencia de asombro? En una entrevista para Scientific American, el autor principal del estudio, Paul Piff, propone que la gente trate de llevar un «diario del asombro» durante dos semanas y que cada día se empape de alguna situación que le produzca esa sensación, ya sea una puesta de sol o las plumas de un ave. «Cambiar el foco de atención hacia algo de una magnitud enorme va a hacer que pongamos nuestros problemas en perspectiva y que nos abramos a un mundo más amplio», señala.

Aunque han surgido voces que han expresado cierta ambivalencia frente al intento de descodificar una emoción como el asombro, que guarda relación con una sensación profunda de sorpresa y misterio, The Guardian reconoce el valor de esta investigación:

«La mayoría de nosotros pasamos gran parte de nuestras vidas intentando, de una forma u otra, poner el mundo en orden, hacer que la realidad sea algo predecible, explicable y llevadero. Por ello, seguramente no nos hará ningún mal que unos investigadores nos recuerden las enormes recompensas emocionales que aguardan a quienes se den cuenta de que nunca lo conseguiremos».

El asombro y la percepción del tiempo

Hace tres años, un estudio estableció un vínculo entre el asombro y la percepción del tiempo. Una serie de experimentos realizados en la Universidad de Stanford (Estados Unidos) revelaron que el sentimiento de asombro dilata la percepción del tiempo del que se dispone.

A través de tres pruebas distintas, los investigadores descubrieron que momentos de asombro artificialmente provocados (mediante vistas impresionantes, recorridos por la memoria e incluso anuncios de televisión impactantes) hicieron que los participantes percibieran que tenían más tiempo disponible.

Los investigadores señalaron que el asombro realmente llega a cambiar nuestra percepción subjetiva del tiempo, reduciendo su velocidad. Este efecto en la percepción tenía otros efectos en la toma de decisiones y en el bienestar: el estudio reveló que las personas sometidas a las pruebas se volvieron –al menos en el contexto de la investigación- más pacientes, menos materialistas y, como en el estudio actual, más propensas a ayudar a otros.

Asimismo, observar la belleza y sentir emociones positivas relacionadas con ella (como el asombro, la alegría o el placer) puede potenciar el sistema inmunitario, según un estudio de la Universidad de California en Berkeley (EE.UU.) publicado este año. Aunque no se sabe qué es primero, si la emoción o el proceso químico, o si es algo bidireccional, los científicos comprobaron que las personas que pasaban un día mejor tenían niveles más bajos de proteínas pro-inflamatorias.

Referencia bibliográfica:

Piff, Paul K.; Dietze, Pia; Feinberg, Matthew; Stancato, Daniel M.; Keltner, Dacher: Awe, the small self, and prosocial behavior. Journal of Personality and Social Psychology (2015). DOI: 10.1037/pspi0000018.

RedacciónT21

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