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Una simulación informática señala que hay parejas humanas gracias a las abuelas

La llamada “hipótesis de la abuela” defiende que los humanos evolucionaron hacia una mayor esperanza de vida gracias a que las abuelas ancestrales de nuestra especie empezaron a alimentar y a cuidar a sus nietos. Ahora, una simulación informática apunta a que esta longevidad propició el desarrollo de los vínculos de pareja humanos que nos distinguen de nuestros parientes animales vivos más próximos. Por Marta Lorenzo

Una simulación informática señala que hay parejas humanas gracias a las abuelas

En 2012, una simulación informática realizada por la antropóloga de la Universidad de Utah (EEUU) Kristen Hawkes reveló que la llamada “hipótesis de la abuela”, que defiende que los humanos evolucionaron hacia una mayor esperanza de vida gracias a que las abuelas de nuestra especie empezaron a alimentar y a cuidar a sus nietos, iba bien encaminada.

Según señalaron entonces los ordenadores, si los chimpancés disfrutaran de esos mismos cuidados por parte de sus abuelas, evolucionarían hasta tener la misma esperanza de vida que nosotros en menos de 60.000 años.

Ahora, Hawkes y sus colaboradores (James Coxworth, Peter Kim y John McQueen) han vuelto a la carga con nuevas simulaciones informáticas, para seguir ahondando en si la hipótesis de la abuela, como explicación evolutiva, es o no factible. Así han detectado que las abuelas, además de aumentar nuestra longevidad, habrían propiciado la formación de los lazos de pareja humanos.

¿Por qué?

Según el presente estudio, el hecho de que los individuos de nuestra especie pasaran a tener una vida más larga provocó lo siguiente: un excedente de hombres que eran fértiles durante más tiempo, en comparación con las mujeres.

Esto, a su vez, propició una mayor tendencia de los hombres a “evitar” que las mujeres se emparejasen con otros hombres. Finalmente, la circunstancia favoreció la creación de vínculos de pareja, en contra de la promiscuidad.

“Los vínculos de pareja son universales en las sociedades humanas y nos distinguen de nuestros parientes vivos más cercanos», aseguran Hawkes y sus colaboradores en un comunicado de la Universidad de Utah.  

La conclusión contradice la idea de que los lazos de pareja se formaron a raíz de un intercambio entre hombres y mujeres: ellas daban descendencia a los hombres cazadores y estos, a cambio, las alimentaban (a ellas y a sus hijos).

Otro efecto colateral de este excedente de hombres fértiles habría sido la preferencia de los hombres por mujeres jóvenes, algo que no ocurre en otras especies cercanas a la nuestra. Por ejemplo, los chimpancés prefieren a las hembras mayores, explica Hawkes.

Más hombres fértiles

Para el presente estudio, los investigadores realizaron simulaciones por ordenador de la evolución humana: 30 de ellas con abuelas cuidadoras y 30 sin abuelas cuidadoras.

Las simulaciones mostraron cómo la ratio hombres-mujeres fértiles se modificaba en el tiempo: Por ejemplo, que la proporción de hombres y mujeres en edad fértil pasó de 77 hombres fértiles por cada 100 mujeres, sin cuidado de las abuelas, a  156 hombres fértiles por cada 100 mujeres fértiles, con el cuidado de las abuelas en un periodo de entre 30.000 y 300.000 años simulados.

Este sesgo masculino en la proporción de sexos en edades de apareamiento hizo que los hombres buscaran nuevas estrategias para emparejarse, en un entorno de mayor competencia, señala Hawks. «Cuantos más hombres hay, más disminuye su éxito reproductivo promedio».

Otras efectos de las abuelas

Las anteriores simulaciones informáticas realizadas por Hawkes y su equipo han señalado otros aspectos interesantes del efecto de los cuidados de las abuelas en la evolución humana.

Por ejemplo, Hawkes cree que el hecho de que estos cuidados prolongasen la vida de la descendencia podría haber influido en el aumento de nuestro cerebro (en los últimos dos millones de años, el cerebro humano se ha triplicado), algo que otros especialistas han relacionado con la presión demográfica (que obligó a la lucha por los recursos) u otros factores climáticos, sociales y ecológicos.

Por último, la investigadora señala que el “cuidado de las abuelas nos dio el tipo de crianza que nos ha aumentado nuestra dependencia social”, esto es, nuestro modo de relacionarnos los unos con los otros.

RedacciónT21

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