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Una tortuga-robot a la búsqueda de naufragios y tesoros en el fondo del mar

Lo último en robótica al servicio de la arqueología submarina se llama U-CAT, un pequeño dispositivo diseñado por ingenieros de Estonia para acceder a los rincones más inaccesibles de los pecios hundidos en el mar Báltico. Su movimiento imita al de las tortugas marinas, para lo que está equipado con cuatro aletas que le permiten moverse hacia adelante y atrás, arriba y abajo, y girar en todas las direcciones. El robot dispone de una cámara de vídeo que permite después reconstruir la escena bajo el agua. Por Patricia Pérez.

Una tortuga-robot a la búsqueda de naufragios y tesoros en el fondo del mar

El fondo del mar Báltico ha fascinado siempre a historiadores e investigadores por los tesoros que esconde. Barcos hundidos desde época romana hasta la Segunda Guerra Mundial con todo lo que pueden encerrar. Sin embargo su estudio no es tarea fácil, sobre todo por la particularidad de sus aguas lodosas. La robótica ha intentado ponerse al servicio de la investigación, pero los robots existentes hasta ahora no son los más adecuados, pues remueven el agua con los movimientos de hélice, dificultando la visibilidad.

Ingenieros del Centro de Biorrobótica de la Universidad Tecnológica de Tallín, en Estonia, parecen haber encontrado una solución con su último invento, un pequeño robot propulsado del tamaño de una aspiradora que causa una perturbación mínima, disminuyendo el riesgo de ocasionar algún daño a la arqueología submarina.

Según un artículo publicado en la revista online Phys.org, la característica que lo hace único son sus cuatro aletas de silicio, inspiradas en las ágiles patas de las tortugas marinas, lo que le permite moverse hacia adelante o atrás, arriba y abajo. Precisamente es el reptil el que le da nombre bajo el acrónimo U-CAT, por las siglas en inglés de Underwater Curious Archaeology Turtle, que resultó ganador de un concurso convocado en Facebook para buscarle nombre.

Hasta ahora los investigadores recurrían a tecnología desarrollada inicialmente para uso militar o para la industria del petróleo y el gas. Sin embargo, el alto coste de las misiones submarinas les llevó a buscar soluciones que redujeran el montante asociado para hacerlas más viables. Fue así como surgió el proyecto Arrows –acrónimo de Archaeological Robot systems for the World’s Seas-, en marcha desde 2012 con financiación de la Unión Europea para desarrollar nuevas tecnologías aplicadas de forma específica a la investigación marina.

Ventajas e inconvenientes del tamaño

El resultado es un sistema que, al igual que las tortugas, se mueve de forma lenta y tranquila, sin apenas incidencia para los sedimentos, por lo que permite una buena visibilidad. Puede permanecer sumergido durante cuatro horas a una profundidad de 100 metros (330 pies) con una sola carga de la batería de dos horas. Está equipado con luces y una cámara para reconstruir la escena bajo el agua.

Y lo más importante, se puede girar fácilmente en espacios estrechos que son demasiado peligrosos o de difícil acceso para los buceadores humanos. En palabras de Taavi Salumäe, diseñador del Centro de Biorrobótica, se trata de uno de los primeros robots diseñados para adentrarse en pecios y ayudar a los arqueólogos subacuáticos a estudiarlos por dentro.

Sin embargo, su pequeño tamaño tiene algunos inconvenientes. Está limitado a aguas poco profundas, a diferencia de los grandes robots, algunos de los cuales pueden llegar a profundidades de seis kilómetros sin daños por la presión del agua. Por otra parte, al no estar dirigido por control remoto como los dispositivos tradicionales, podría perderse durante una misión.

Investigadores europeos lo probaron con éxito este verano en el Mar Báltico y el Mediterráneo. Una de las áreas exploradas fue la conocida como laguna azul, una antigua prisión soviética en Estonia que lleva 20 años bajo el agua. Se trata de una zona poco profunda, de hecho parte de las ruinas sobresalen en la superficie, por lo que se ha convertido en un curioso reclamo veraniego para buceadores y turistas.

Priit Latti, arqueólogo marino del Museo Marítimo de Estonia, quedó sorprendido con las imágenes de la inmersión. «El hecho de que el robot utilice aletas de movimiento es una gran ventaja, pues se puede mover en todas direcciones», afirmó. Tras la buena impresión, el arqueólogo ya cuenta con U-CAT para futuras investigaciones submarinas, posiblemente para estudiar los restos de un barco del siglo XVII recientemente encontrado en aguas estonas.

Descubrimientos regulares

Rodeado por Finlandia, Suecia, Rusia, los países bálticos, Polonia, Alemania y Dinamarca, el mar Báltico es rico en pecios históricos, sobre todo de los siglos XV y XVI, y además bien conservados, a lo que contribuye la baja salinidad del mar y la alta temperatura. Eso ayuda además a mantener a distancia a las bromas marinas, temidas por su afición a perforar las maderas sumergidas, en las cuales excavan galerías, causando graves daños en cualquier resto arqueológico.

Los buzos hacen descubrimientos regularmente, como un barco naufragado del siglo XVIII cargado con champán todavía bebible cerca de las islas Aland en Finlandia, o el más reciente también en el país nórdico de un submarino alemán, el U-679, hundido en 1945. El problema es que su tiempo de inmersión y grabación es limitado. Por contra, este tipo de robot cabe por lugares muy estrechos, lo que le permite acceder a espacios de imposible o difícil acceso para un buzo.

El prototipo U-CAT todavía no está disponible en el mercado, pero Salumäe asegura que la respuesta ha sido positiva, por lo que la versión definitiva podría lanzarse a mediados de 2016. Entre otros motivos por su precio, «tres o cuatro veces» más barato que los robots clásicos, equipados en su mayoría con grandes hélices de propulsión que encarecen el costo.

RedacciónT21

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