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La exposición prolongada a la contaminación del aire modifica físicamente el cerebro

Una exposición duradera a la contaminación del aire puede provocar cambios físicos en el cerebro, así como problemas de aprendizaje y memoria e incluso depresión, ha revelado un estudio realizado con ratones por neurocientíficos de la Ohio State University de Estados Unidos. Estudios previos habían demostrado los efectos nocivos de la contaminación aérea en el corazón y en los pulmones, pero ésta es la primera investigación a largo plazo que determina el impacto de dicha contaminación en el cerebro. En la presente investigación, se expuso a un grupo de ratones a aire filtrado y a otro grupo a aire contaminado durante seis horas al día, durante cinco días a la semana y a lo largo de 10 meses (este tiempo es casi la mitad de la vida media de un ratón). El aire contaminado contenía finas partículas materiales, similares a las emitidas por coches y fábricas, y partículas de polvo natural. Todas estas partículas pueden alcanzar áreas profundas de los pulmones y otros órganos del cuerpo. La concentración de partículas en el organismo de los ratones expuestos al aire contaminado llegó a ser equivalente a la que la gente de áreas urbanas contaminadas tiene en su cuerpo, según los científicos. Después de los 10 meses de exposición a la contaminación, los ratones fueron sometidos a pruebas de comportamiento. En los tests de aprendizaje y memoria, se constató que los animales contaminados fueron menos propicios a recordar tareas que se les habían ensañado previamente (como escapar por un agujero) que los ratones expuestos a aire filtrado. Asimismo, en otro experimento, los ratones contaminados mostraron más comportamientos similares a la depresión, como mayores niveles de ansiedad, que los ratones del otro grupo. ¿Cómo puede la contaminación del aire producir cambios en la memoria, el aprendizaje y el estado de ánimo? Para tratar de responder a esta pregunta, los científicos realizaron pruebas en la región cerebral del hipocampo, relacionada con estos aspectos cognitivos y de comportamiento. Los resultados demostraron claras diferencias físicas entre los hipocampos de los ratones expuestos a la contaminación y los que no habían sido expuestos a ella, afirman los investigadores. Concretamente, estos cambios se detectaron en las prolongaciones de las dendritas (ramificaciones que salen de las neuronas para transmitir las señales de éstas hacia otras y viceversa): los ratones expuestos a la contaminación presentaban prolongaciones menores de las dendritas que el resto de los ratones. Estudios previos habían demostrado que los cambios de este tipo estaban vinculados a una reducción de la capacidad de aprendizaje y de memoria. Los científicos advierten de que los resultados obtenidos demuestran que la exposición continuada a contaminantes presentes en el aire puede tener efectos visibles y negativos sobre el cerebro y la función cerebral, un dato muy importante para aquellas personas que viven y trabajan en regiones urbanas contaminadas de nuestro planeta.

RedacciónT21