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Un proceso neuronal de la vida temprana podría provocar trastornos cognitivos

Científicos de varias instituciones españolas y de EE.UU. han identificado una población masiva de neuronas jóvenes, no reconocidas anteriormente, que migran en el cerebro humano durante los primeros meses de vida contribuyendo a la expansión del lóbulo frontal, una región estrechamente relacionada con funciones cognitivas y de ejecución. Errores en estas migraciones podrían ser responsables de algunos problemas neurológicos. Investigadores del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia, del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned, Madrid), la Universidad de California y del Instituto de Investigación del Hospital La Fe de Valencia han realizado el trabajo, que aparece en , Dicha neurogénesis ocurre justamente cuando el cerebro empieza a interaccionar con el ambiente que rodea al niño, lo que se traduce en un rápido incremento de tamaño y complejidad de esta región. Las nuevas neuronas se organizan en dilatadas cadenas que migran largas distancias. Primero viajan de forma tangencial y paralela a la superficie de los ventrículos laterales –muchas veces asociadas a vasos sanguíneos que les sirven de guía–; a continuación se dispersan de forma radial según se alejan de los ventrículos, y, finalmente, invaden la corteza prefrontal en todas direcciones. Las migraciones descritas se organizan inicialmente en grandes cadenas de miles de células, cuya concentración les permite atravesar el complejo entramado nervioso que comienza a desarrollarse en las zonas más ventrales –donde se originan las células asociadas al ventrículo–, hasta llegar a las capas superiores donde se dispersan y comienzan la diferenciación. "Estas células, que se diferencian en neuronas inhibidoras, serán las responsables de modular la información compensando el efecto de las neuronas excitantes, equilibrando la actividad del cerebro humano y contribuyendo a la plasticidad de sus circuitos. Es precisamente aquí donde un error podría dar lugar a desórdenes neurológicos", comenta José Manuel García Verdugo, científico del Instituto Cavanilles en el proyecto. Para seguir estas rutas de migración los autores observaron que las células expresaban marcadores moleculares característicos de células migradoras inmaduras. Además, tras el análisis de su ultraestructura con microscopía electrónica, identificaron características que indicaban movimiento celular, como su morfología fusiforme o la presencia de contactos densos esporádicos. Los científicos consiguieron ver el movimiento real de estas células migradoras in vivo. Para ello emplearon rebanadas de tejido postmortem obtenidas a las pocas horas del fallecimiento, en las cuales marcaron con fluorescencia las células migradoras y vieron cómo éstas se desplazaban en cadenas e incluso cómo algunas se separaban para migrar individualmente hasta llegar a su destino final. Estas migraciones ocurren principalmente en los primeros tres meses de vida pero persisten hasta alrededor de los siete meses, siendo ya muy escasas las que se encuentran a partir de los dos años. A partir de los seis años ya no se detectan. Por tanto, dada la naturaleza dinámica del lóbulo frontal en las etapas de lactante, lesiones en el cerebro humano durante el periodo neonatal y tercer trimestre podrían afectar al reclutamiento neuronal de la corteza prefrontal, dando lugar a ciertos déficits neurocognitivos y sensorimotores tales como epilepsia, parálisis cerebral y desórdenes del espectro autista.

RedacciónT21